viernes, 2 de noviembre de 2012

El poder de la imagen a la hora de reprimir.





En Brasil, en las zonas áridas del “Sertão” en las primeras décadas del siglo XX, había un movimiento denominado el “Cangaço”,  en que grupos de hombres armados vivían de mal hechos, matando y robando,  pero el “cangaceiro” más temible, Lampião,  conoció a María Bonita, quien sería la mujer de su vida, sus  historias fueron convertidas en un lindo romance, y ya miraban a Lampião y su bando casi como el “Robín Hood” del sertão.
  Aquí use la imagen del Robín Hood, para aproximarlos a  la imagen que la gente tenía de este grupo de cangaceiros y también para acercarlos a la realidad de pobreza de la zona rural nordestina con grandes terratenientes y poblaciones enteras sujetas a su mando. Muchas veces denominados “Coronel”. Vale explicar que la población del sertão  Brasileño es una mezcla de muchas etnias y tiene una cultura muy popular única y muy rica.
L a macabra foto de las cabezas de Lampião, María Bonita y nueve cangaceiros más, es terrible del principio al fin. Con la exposición de todas las armas, los gorras típicas y sus costosos adornos llenos de simbología. Pero la demonstración del poder del estado no paro allí. Las cabezas fueron momificadas y estuvieron en exposición por varios años seguidos, en el tétrico acervo del Museo Nina Rodrigues en San Salvador de Bahía. De hecho tuve la oportunidad  de ver algunas cabezas en exposición junto con otros compañeros de escuela en la primaria.
Pero más que hablarles de esta historia en particular deseo hablar de mi inquietud con la utilización de la imagen como forma de opresión desde siempre por  el estado Brasileño.
En el Brasil colonia los esclavos eran penalizados en el pelorinho, que era ubicado en un lugar central de la hacienda o en una plaza pública en la ciudad que era para “dar ejemplo”, y esa exposición del castigo inspiró muchos cuadros de Debret, pintor francés que vivió en Brasil y es el responsable por las obras más representativas a respecto de la esclavitud en Brasil. En muchos libros de historia para ilustrar el tema de la esclavitud y sus malos tratos las imágenes utilizadas son las de Debret.
 La cabeza de Zumbi de Palmares  - considerado el “general negro” del Quilombo de Palmares también estuvo en exposición en una plaza central en Recife – Pernambuco hasta descomponerse por completo en 1695. Otro libertario muerto,  el revolucionario “Tiradentes” condenado  a ejecución en 1792 por traición a la corona Portuguesa. Lo ejecutaron y descuartizaron en 4 partes, su cuerpo fue salado y enviado quedando  exhibido en 4 ubicaciones distintas.
Como se puede ver el estado Brasileño nunca tuvo reservas en exhibir los castigos que sufrían aquellos dispuestos a estar fuera “del orden”.
¿Será que nosotros como brasileños estuvimos espantados  cuando a principio de la mayor revuelta popular  de la democracia el Gobernador de San Pablo envío la caballería? ¿O eso es lo normal? Por supuesto que la opinión pública internacional estaba perpleja, pero nosotros no. En realidad hasta ahora estamos intentando sacar ventajas de esta situación.  ¿Cuándo  se termine la copa de las confederaciones será que la represión será peor? ¿O hubo un cambio en la mentalidad del estado brasileño?

¿Cuándo nuestra gente va entender que – Carandiru (1992) http://www1.folha.uol.com.br/folha/galeria/album/p_carandiru_01.shtml y la Masacre del Eldorado dos Carajás (1996) son hechos aberrantes y que las fuerzas armadas están para proteger a la gente y no oprimirla?