A pesar de las críticas hacia D. Joao, su llegada cambió Brasil.
D. Joao fundó el Banco de Brasil y abrió los puertos a las naciones amigas, conecto Brasil directamente con el mundo, en especial Rio de Janeiro que está en ubicación privilegiada en largos viajes alrededor del mundo.
En el principio del siglo XIX un viaje de Inglaterra a Rio de Janeiro tardaba entre 55 y 80 días. De Rio a Ciudad de Cabo en África del sur eran 30 a 50 días. Hasta India de 105 a 150 días. Para China 120 a 180 días. Para Australia de 70 a 90 días. (Cálculos basados en los relatos de George Gardner y del viajante Rudy Bauss, citados en el libro 1808 de Laurentino Gomes).
Los muchos relatos de los viajeros hoy sirven como material de estudio e investigación. Y de los hábitos alimentarios el inglés Luccock cuenta que durante una comida en la casa de una familia rica, “se consideraba prueba indudable de amistad servirse del plato del vecino…”, para acompañar la comida tomaban un vino suave, y con el efecto del alcohol: “se exageraba la gesticulación […] y echaban puñaladas en el aire, de cuchillo y tenedor, de tal manera que el extranjero se sorprende que ojos, narices y faces escapen ilesas.” En otros relatos de Luccock, el mismo y muchos otros como Debret son unánimes en comentar el uso de la mano en el momento de comer, dispensado el uso de tenedor como habito común de la gente,que en la mayoría de los casos, cada cual trae su propio cuchillo.
En Rio en esta época había escasez de carne de ganado fresca. A pesar de esto la población tenía una dieta rica y variada. Con muchas frutas, pescados, ave, verduras y legumbres. El pan hecho de harina de trigo era raro de encontrar y caro. Las harinas de mandioca y de maíz eran utilizadas en toda colonia, que junto con los frijoles (porotos) y la carne seca eran el trípode básico de la alimentación brasileña.
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